miércoles, 25 de abril de 2012

Integrándome en la cultura alemana

Bueno, en este caso más bien en la bávara. El sábado fuimos al Flohmarkt más grande que se hace en Múnich y en toda Baviera. Lo hacen cuando las Fiestas de Primavera y ocupa la mitad del recinto ferial. Es como una Feria de Abril, pero con traje de leñador en vez de gitana.
A mí los mercadillos alemanes me encantan. Me parece increíble que tengan lo más nuevo en cuanto a tecnología y luego vendan las mayores mierdas que tengan por casa, la mayoría de ellas tan viejas y medio rotas que a cualquiera nos daría hasta vergüenza sólo tenerlas a la vista.
Pero supongo que se venden, si no no lo harían, no?
El caso es que allá fuimos el sábado, con el objetivo de comprarnos un trajecico típico, un Dirndl, y a un precio medianamente razonable claro.
En las tiendas valen a partir de 80€ y muchas veces eso no incluye ni camisa ni delantal, y bueno, lo que tienen los mercadillos es que se encuentran cosas bastante mejor de precio y se regatea. Ah eso, que se regatea, que no lo sabíamos y lo hicimos sin querer. Y lo del regateo también.
Así que ahí que fuimos el lunes con nuestros vestidos nuevos a la Feria. Con su noria, sus casetas, sus cervezas de litro... Vamos, como cualquier feria de pueblo, sólo que un poco más grande y con más turistas.
Hoy me estreno dando una charla a nuestros clientes en alemán y estoy acojonada. Intento que no se me note tanto porque esto no es el Circo y no son mis compañeros de toda la vida que me conocen y saben que esto no significa que sea una inútil. Además, en este país donde hasta los nenes en la guarderían hacen presentaciones de lo que hacen el fin de semana, lo mismo se enteran de que tengo miedo escénico y no me pasan el período de prueba. Y eso no. Así que nada, a aguantar y mañana será otro día.

sábado, 21 de abril de 2012

El piso de mis sueños

Decía una amiga que conforme buscas piso vas bajando el listón y acabas por conformarte con uno que cumpla más o menos la idea que tenías en un principio.
Hoy he ido a ver un piso que me ha enamorao, y he vuelto pensando que era perfecto, pero la verdad es que si reflexiono un poco está claro que sí que he bajado el listón.
Lo primero, es un tercero sin ascensor. Bueno, un segundo y medio porque una calle está más alta que la otra y en intenné ponía segundo. 
Lo segundo es que nada más mudarnos habría una obra de esas de echar abajo el edificio y sí, nos bajarían el alquiler (lo pone hasta en el anuncio), pero no sé cómo de insoportables pueden ser las obras en este país. Claro que al Marommo le va a venir bien para ir haciendo espionaje industrial y enterarse de las virtudes y los defectos de los germanos, pero por eso mismo no sé yo si seré capaz de aguantarlo...
Y lo tercero... no, en verdad lo tercero es que a parte de eso es perfecta. Tiene 3 habitaciones, bueno, 2, porque son alemanes y claro, el salón es una habitación, no? Pues eso, tiene 2 dormitorios muy cuadraícos y muy parejos (y grandes, que con eso mismo podrían ser dos individuales del Johnny), un salón grande, una cocina independiente CON cocina por un módico precio de 100€, un baño medianamente nuevo, un balcón (:D) al que se puede salir y un parqué al que mejor no mirarlo mucho. Ah, y está al lado de mi trabajo.
Pero bueno, ahora la suete está echada y cuando consiga confirmación de que los caseros han recibido mis mensajes del contestador, mi email, o las señales de humo que he mandado al salir, veremos.

martes, 17 de abril de 2012

Vacaciones moviditas

La verdad que esta semana ha sido bastante buena. Normal y buena, e inesperada sobre todo. Empezó como un regalo del cielo en forma de huelga de pilotos de Iberia. Y como todos los regalos del cielo, lo que (Juan de) dios da, dios te lo quita. Así que lo que empezó bien estuvo a punto de terminar mal, o al menos muy coñazamente, el domingo por la tarde.
Que si overbooking, que si colas, que si ahora te indemnizo con billetes, que si ahora no. Vamos, todo el pack. El pack que hace que Iberia tenga la mala fama que tiene fuera de España y que la gente la evite como la peste en cuanto puede. Porque una cosa es volar barato y que te traten regular, y otra volar caro y que te traten mal.

Pero a lo que iba, lo de menos ha sido eso. Lo mejor ha sido ir a Graná, ver el sol, la Sierra, dar paseos por el carril bici y el parque Federico García Lorca, ver a mis padres. Y bueno, pasar una semana en Madrid con el Marommo, claro.
Al final pasa como todo, que quieres ver a mucha gente y al final parece que no lo has conseguido, que no has descansado o que has hueveado, como en mi caso, demasiados días. Pero es que vaciar un piso cuando todavía se va a vivir en él creo que he aprendido que es de lo más difícil. No que lo haya aprendido ahora, no, pero de una vez para otra creo que lo voy a hacer mejor y siempre resulta que no.
Además ha sido una semana muy divertida en otros aspectos. El Féisbus estaba que echaba humo y cada día había una novedad con la que entretenerse. Que si los nuevos presupuestos, que si ahora recorto en Sanidad y Educación, que si el nieto del Rey, que si el Rey, que si el billete de Metro que me río en vuestra cara... En fin, esas cosas que me dan morriña de España y que a la vez me demuestran que he hecho bien en venirme a pasar el temporal. En la vida hay que ser valiente, pero esta vez ya no me va a tocar más a mí.
Y bueno, también fui al circo. No lo voy a repetir, pero me dio bastante pena. No pena en el sentido malo, sino en el sentido de que duele ver cómo gente que vale tanto está tan desganada. Sé que al final seguramente lo superen, allí o en otro sitio, pero el proceso me entristece. Sobre todo cuando ellos no son los culpables de nada.

Y nada, aquí estamos. Con la bici al trabajo cuando no llueve y un litro de cerveza en el cuerpo a la hora de cenar. Luego me decís que en España no bebo. En este país que no conoce la Coca-Cola Zero ni la cerveza sin alcohol, ¿qué esperáis?

lunes, 9 de abril de 2012

Volver a casa

Ya lo he comentado algunas veces, que no te das cuenta de a lo que llamas casa hasta que te vas de ella.
Esta vez iba a escribir la entrada desde Graná, pero me ha parecido más correcto esperar a Madrid que es realmente a donde tenía ganas de volver. No es que con mis padres no esté a gusto, y los paseos, el sol y el cielo azul que hay allí ya lo quisiera para sí la Botella, pero es que aquí es donde vivo. Donde vivía, quiero decir.
Sin embargo no ha sido como otras veces, que me parecía que no me había llegado a ir. Esta vez ha sido diferente, porque sabe a despedida. El jueves por la noche haciendo paquetes y el viernes desmontando cosas, y ahora al llegar la mesa del ordenador vacía y una sensación de "¿qué hacen todos estos bultos aquí?" que le quitan un poco el romanticismo a la cosa.
No me parece que lleve fuera sólo 2 meses, bueno, ya casi 3. Me parece que me he ido un año. Sólo que todo sigue igual. La gente por la calle, los madrileños aparcando hasta en las aceras, el solecico, los bares abiertos. En fin, las cosas que me han hecho pensar "¿y qué pinto yo en Alemania? ¿Y si me quedo aquí y no vuelvo, aunque me muera de hambre?"
Pero sé que es algo pasajero, que es un caso más de Graduation Goggles, y que al final dentro de un tiempo veré así Múnich. Si me lleva un año o nueve como aquí, eso es otra cosa. 
Sniff.

miércoles, 4 de abril de 2012

Estrenando bicis

Pues sí, no una, sino dos. Y es que conocer a gente es lo que tiene.
Llevo aquí dos meses ya, que no es como cumplir años, pero parece que fue ayer y ya va pasando el tiempo, y lo mismo que cuando llegué no sabía a quién llamar ningún día de la semana, ahora me salen planes y hasta bicis por todos lados.
El otro día me dejó María su spare Fahrrad (no sé como se dice de sobra en alemán y aquí las bicis son un ente casi propio), y a parte de la barra asesina no hubo contratiempos. Llegué al curro en un pispás, cansada y con dolor de piernas, pero bueno, como diría el Marommo, ¿qué esperaba?
Y resulta que me vieron y una compañera me preguntó que si prefería una de mujer, que ella se había comprado una nueva buena (800 lereles ahí como quien dice), y que me vendía la suya vieja.

Y vaya si es vieja. Pero me temo que me he enamorao. Hoy he cruzado la ciudad de cabo a rabo y, a parte de haber llegado en un estado lamentable de sudor, no me he cansado apenas. Así que creo que la decisión está tomada.
En verdad no tiene mucho sentido, la que hay en casa de mis padres es del mismo estilo y está infinitamente más nueva y seguramente sea hasta mejor, pero lo dicho, cuando he salido del curro no lo veía y 7,7 km más tarde estaba convencidísima.
Bi-po-lar...

lunes, 2 de abril de 2012

El miedo a la huelga

Hoy he estado leyendo bastante sobre la huelga del otro día. Unos defienden la actuación de los piquetes, indefendible a la vista de los resultados, y otros la de la policía.
La foto de la dependienta acojonada ha dado la vuelta al mundo, y muchos se han llenado la boca de decir que todo el mundo tiene derecho a hacer huelga y también el derecho a no hacerla.
Pues yo creo que no. Para empezar, ¿cuántas de las dependientas que estaban acojonadas en Gran Vía o en Sol lo estaban por los piquetes, o porque habían ido a trabajar porque estaban acojonadas porque las pudieran despedir y los piquetes no estaban sino aumentando encima mucho más tensión de la situación?
Nunca hasta ahora había entendido aquello de mi madre de "hija, hoy ten cuidado que hay huelga y puede haber piquetes". Para mí era algo que ella decía y me sonaba a cuentos de la guerra, al franquismo y la transición, cuando podías perder una asignatura entera porque habías tenido un cuatrimestre de huelgas.
Pero al parecer eso ha vuelto. No sé cuándo, pero desde luego es tercemundista pensar que uno no haga huelga y le destrocen el escaparate y le provoquen ese terror.
Pero tampoco es razonable la otra cara. La cara del miedo. La cara de no hacer huelga porque no se atreve.
Mi entorno desde luego no es muy variado, todos ingenieros en su mayoría, pero puedo decir que ante la pregunta de si iban a hacer huelga o no, las respuestas no fueron desde luego lo que uno podría llamar una elección libre y sana sobre el derecho a huelga.
Es que en mi trabajo como te noten un poco de izquierdas te tildan de comunista para los restos...
Es que en mi trabajo no se me puede ocurrir rechistar, cuando menos faltar...
Es que en mi trabajo lo mismo no voy y al día siguiente no me funciona la tarjeta de acceso...

¿Es que eso es normal? Se puede llamar como se quiera, cobardía, falta de convicciones o todo lo extremos que nos queramos poner, pero tiene un solo nombre: miedo.
Si uno pensara que puede faltar al trabajo y que no pase nada, pero que no pase nada de verdad, otro gallo nos cantaría. Entonces podríamos decir que sólo ha habido un malo en esta historia, el que prende fuego e intimida a los camioneros de MercaBarna o como se llame. Pero por ahora por desgracia hay dos.

En fin, por suerte el resto de impresiones sobre la huelga fueron más del tipo de yo voy a la mani que no trabajo, yo no voy que he emigrado a Alemania, y otras lindeces. Mucho mejor, ¡dónde va a parar!