miércoles, 9 de enero de 2013

Un día en Kassel

¿Por qué hay Ampelmann en Kassel si nunca fue del este?
Hay días en los que las cosas se tuercen desde por la mañana y parece que no van a terminar de enderezarse.
Hace dos meses me planificaron una reunión el día 9 de enero, por la mañana. Por cosas de la vida, cuando fui a mirar los billetes resultó que por la hora tenía que coger el tren de las 6.14 por no llegar 15 minutos tarde con el de una hora después.
Bueno, como soy española me aguantaré para que no piensen que no me gusta madrugar.
En navidad me di cuenta de que el viaje coincidía con el aniversario. No pasa nada, como tengo un maridito maravilloso, me lo echó en cara solo un par de veces, no hasta la muerte como hubiera hecho yo, claro.
Esta mañana por fin llego, todo bien, el metro perfecto, tenía tickets (que no hacen falta, de eso me he enterado después), y no es mi tren. Bueno, sí, pero no parece un ICE. Total, pregunto, me monto, siéntese usted donde quiera, y al rato ya dicen que es que es de sustitución, pero que vamos a llegar en hora igual.
Mareo con el móvil, me duermo (dos horas) y cuando me despierto dispuesta a ver los emails del curro y mis cosas, salimos de un túnel, espero para que haya cobertura y se para.
Así media hora, ya dicen que no vamos a salir, que se ha roto la locomotora y que vendrán a remolcarnos.
Ya sé que no tiene nada que ver, pero no dejo de pensar que eso de que viniera empujando todo el rato por detrás no podía ser sano ;)
Ya nos dan Buenas noticias, ¡nos evacúan!
Y ahí es cuando intento avisar de mi retraso y resulta que no hay señal. Llamadas, mensajes, wasap. Al final resulta que se ha suspendido la reunión así que no hay prisa. Bueno, ni razones para estar en ese tren, claro.
Así que así he echado el día. Al final la reunión no ha sido tan mala, he adelantado lo que estaba previsto para el lunes que viene y me he echado unas risas en el baño. Hay que ver lo que les gusta aquí poner cartelitos de esos de usar la escobilla, pero a lo ingenioso. 
A la vuelta como no podía ser menos casi pierdo el tren porque hemos ido en tranvía y ha tardado una eternidad. Estoy convencida de que un taxista cabrón no habría sabido dar tanta vuelta.
Y para terminar, para que me cubra el trayecto en metro el billete de tren, no puedo pedir la devolución en el momento, habrá que mandar una carta.
Ale, pues nada, con esto y un bizcocho, casi que a la cama, que me va a explotar la cabeza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ya que lo has leído, coméntame qué te parece, no?