lunes, 31 de agosto de 2015

Esperando a que venga

Ya es la última semana, si es que al final son 40. Ya ha pasado todo lo importante y por ahora todo bien. Algunas molestias, un barrigón que no ha perdonado la elasticidad de la piel, coger peso, ardores, mala circulación en las piernas, el paquete completo. Eso sí, sin náuseas ni mareos, a pesar de la baja tensión.
Seguramente en el futuro lo recuerde como una etapa muy bonita a pesar de las molestias que sí he tenido y que se olvidan muy fácilmente en cuanto viene un día bueno.
Ahora sólo queda esperar, ya está todo comprado (aunque... ¿qué es todo?) y ya están aquí los cuatro futuros abuelos para esperar conmigo, bueno, con nosotros.
El verano ha vuelto a visitarnos y estamos viendo la Vuelta a España con calor en el salón y sin aire acondicionado como si fuera un verano cualquiera en la playa.
Es raro pensar que dentro de poco seremos padres y todo cambiará. Es bueno y es interesante. Emocionante no diría, porque al final ya me he acostumbrado incluso a estar embarazada y ya no voy tanto como un gatete con un cono, dándome por todos lados en la barriga. Se me hará raro volver a perderla y ser la de antes. Ahora vendrán más cambios, claro, pero aún no me los imagino todos.
A los que preguntan, no, el nombre aún no está decidido y a estas alturas ya no lo decidiremos. Si se llama Pitufo porque sale azul o Wildfredo porque es el santo que toca en Alemania ese día, será una sorpresa.
Aunque que no cunda el pánico, la lista es bastante corta y no creo que haya tantas sorpresas.